lunes, 22 de abril de 2013

Boubacar reivindica el wolof y defiende los libros en audio



Boris Diop Boubacar (Dakar, Senegal, 1946) descubrió siendo un adolescente que a través de la literatura podía refugiarse en las palabras para vencer su timidez. Sus primeros trabajos como escritor imitaban así las primeras novelas y cuentos que leyó siendo apenas un joven que poco a poco aprendió a rebelarse contra la educación “paternal y racista” que recibía de sus profesores al comprender que la escritura era una forma de vencer al mal. O al menos ante lo que entendía era el mal.

“Llegué a la literatura para superar mi timidez. Al escribir, hice llegar mi voz a miles de desconocidos”, señala el autor de Los tambores de la memoria, novela que presentó en la octava edición del Festival de Cine Africano de Tarifa (FCAT) dentro del programa Letras africanas que dirige el también escritor Antonio Lozano para Casa África y que será uno de los invitados de la tercera edición del Salón Internacional del Libro Africano (SILA) que se celebra del 21 al 25 de septiembre en Tenerife.

Otra clave que motivó a que el joven Boubacar se decidiese a convertirse en escritor fue su madre. Una mujer a la que recuerda como “una estupenda relatora.”

“Nos contaba historias legendarias que pasaban de generación en generación y que no he podido olvidar. Se trataban de relatos impregnados de celos, miedo, ira y me di cuenta a través de ellos que con las palabras se podían construir mundos.”

En esta carrera de obstáculos que es la literatura, y más si el aspirante a narrador se mueve en una sociedad como la senegalesa, es percatarte una mañana mientras contemplas tu cara en el espejo que tus obras “apenas llegan a los tuyos”. Te planteas entonces, reflexiona Boubacar, “si dar la espalda a ese problema. Un pensamiento”, destaca, “poco digno aunque sepas que además de escribir para el presente también lo haces para el futuro.”

La responsabilidad del escritor en el caso de Boubacar también gira en torno a la lengua que debe emplear para transmitir sus historias y reflexiones. “¿Utilizar el francés en una sociedad que no lee en ese idioma y cuya población apenas puede comprar libros?, ¿o escribir en mi lengua materna, el wolof?

Desde hace unos años Boris Diop Boubacar escribe en wolof. Se cansó de dar la espalda a su realidad.

El escritor se siente muy cómodo empleando el wolof, y espera que a través de la edición en audio de algunas de sus obras sus textos comiencen a conocerse en todos los rincones de Senegal y también fuera de sus fronteras porque vive en un país con un notable atraso alfabetizador.

Sostiene así Boubacar que la edición de libros en audio es un camino a explorar no solo en Senegal sino en otros países del continente. Apuesta por este formato porque intuye que así el relato sí tiene posibilidades de trascender, de llegar a una población ávida de que le cuenten historias pero que no puede acceder a ellas a través del libro convencional y mucho menos por la red.

Momentos antes de concluir, Boubacar mira al público que se encuentra reunido en la galería Silos, en Tarifa y se hace un silencio espeso, que casi puede tocarse con los dedos de la mano.

“Mi obra siempre ha girado en torno a África. En Los tiempos de Tamango describo, inspirándome en un hecho real, una metáfora sobre África”, añade. 

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