martes, 18 de junio de 2013

Despedidas





Hoy fue un día especial, terminé las clases con mis alumnos de origen chino y se abrazaban a mí, no querían que acabasen las clases,  deseaban continuar aprendiendo español.
Les dí un cd con los vídeos que hicimos todo el año para que los vean con su madre, y los dibujos de Nadarín con los que hicimos nuestra versión de Nadarín, para que la hicieran en casa a su hermana en vivo y en directo. Me pidieron permiso para dibujar y regalarme uno de sus dibujos. En uno de ellos aparecíamos en un hermoso avión que tras recortarlo surcará los cielos de mi habitación y en otro los tres caminábamos por la ciudad, recorriendo calles transitadas por vehículos rapidísimos y  yo les dibujé las palmeras que han poblado mis cuadernos desde que tengo memoria, palmeras con barcos en el horizonte y un radiante sol para una y para el otro la luna que nos canta mientras mecidos por el siroco, en el vaivén de la tumbona leemos cuentos juntos y soñamos con el mar, sus olas y  sus peces. En  en los últimos minutos me dijeron:
_ Te damos un beso como regalo ¿vale?
.Y que dos besos enormes me lleve en mis mejillas, dos besos preciosos, conquistados a una cultura que no lleva bien este contacto físico que tenemos en la nuestra y yo he tratado de respetar y mantener cierta distancia física,  que ha ido disminuyendo a medida que los cuentos y las miradas eran más profundas,  largas, e intensas.  Hay un lenguaje universal que se da entre seres humanos, un lengauje que habla de amor, de respeto, de complicidad y en esa lengua nos comunicamos muchas veces. Son estos moemntos mágicos, alegres, en los que esta profesión me hace sentirme feliz.

Más  tarde en el instituto descubrí el nombre de otra persona de 16 años que  se despidió de mi con un abrazo y dos besos hermosos, tan bellos como estos dos de las primeras horas. 

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