jueves, 15 de diciembre de 2016

Charlando con Pamela Palencia

Ayer conocimos en instituto Pamela Palencia.  Esta mujer nos contó cómo vivió en machismo.

Pamela nació en Paraguay y ahora vive en España, tiene 3 hijos, uno tiene 5 años y la otra tiene 10.

Cuando ella tenía  12 años conoció a un chico en el parque, cerca de tu casa  y él tenía 14 años. Ella se enamoró de él  y enseguida se hicieron novios.  Sus padres les dejaron porque ellos también se conocieron cuando tenían la misma edad.
 Estuvieron de novios hasta los 18 años. Vivió seis años enamorada de un chico que no la respetaba y no le daba el valor necesario.

Ella presentó a su novio a su mejor amigo. Pero no le gustó mucho a su novio. Y ella también se apartó de sus amigas y de su mejor amigo porque su novio siempre quería quedar con ella a solas.
Con el tiempo las cosas fueron a peor, él y ella se peleaban, se gritaban. El la empujaba a ella,   y ella siempre era la culpable de todo. Ella siempre era la mala en la a relación y él siempre era el bueno.
 Ella empezó caminando para atrás, cada vez más, todo lo que le gustaba no lo hacía más. Ella estaba haciendo la voluntad de él,  no de ella. Ella no tenía más voz en la relación,  él era el  que mandaba en todo. Ella no podía usar la ropa que le gustaba, no podía baila, ni salir con sus amigas. Pero él podía salir, él podía usar las ropas que le gustaba, él podía salir con sus amigos sin decírsela con ella.
Ella dejaba la relación pero sabía que él siempre iría detrás, pediría perdón le diría de cambiaría, lloraría y ella le daría otra oportunidad. Volvían y lo dejaban hasta que un día él la insultó llamándola: 
- “Puta”-  delante de sus amigos y le rompió el móvil entonces ella intentó hablar con él y acabó dándole un bofetón a él. Ella se disculpó y pensó que ella era la equivocada. Ella se sentía culpable. Todo se acabó definitivamente el día en que él intentó estrangularla. Ella tenía miedo y fue a una psicóloga. Y ya no volvió con él. 

Hablaba con la psicóloga sobre cómo eran sus relaciones  sexuales y se dio cuenta de que él la violentaba por amor. 
El teatro también la ayudó a contar de forma humorística estas experiencias duras. Y así poco a poco se recuperó.

Pamela subía su brazo hasta  más alto de su cabeza y decía que los hombres están ahí y las mujeres están muy por debajo.  Esa desigualdad hace que todo cambie y te sientas peor, culpable, impotente,  responsable,  víctima, fracasada, frustrada,  etc.  Las mujeres  y los hombres tenemos que no creer todo eso.

Ella como madre tiene miedo de que su hijo varón se comporte con las mujeres como se portaron con ella y espera que su hija sea capaz de enfrentarse a esas situaciones y tratar de tener una relación de igualdad.
Ahora está casada con un hombre de su país y los dos están viviendo una relación de igual a igual.

Aunque mi español no es perfecto, pude entender lo que Pamela quería transmitirnos.  Me pareció muy interesante, divertido.  Voy a contarles  a mis amigas de Brasil esta experiencia en el instituto.  No sé si me creerán, porque allí en el instituto no se habla de estos temas.

Aprendí que las mujeres tenemos que tener voz y creer en nosotras mismas.  Tenemos que tener autoridad. No podemos dejar que ningún chico mande en nuestra vida.
 Si ellos pueden, nosotras  también podemos. Las mujeres tenemos poder para crear un mundo mejor y si los hombres quieren podemos ayudarlos a  cambiar y vivir la igualdad.

Quiero agradecer a Pamela, por la sinceridad,  por la capacidad de enfrenta todo y comunicarlo desde el corazón.

Stephany Andrade

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